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Este artículo fue escrito por Jamie McDonald de GivingTuesday y traducido por Anita Gallagher. Lee la versión original en inglés. Versión traducida.
Se siente como si el mundo se estuviera desmoronando a nuestro alrededor. El COVID-19 amenaza nuestra salud, el colapso económico amenaza nuestra forma de vivir y el distanciamiento social amenaza nuestros lazos cívicos. Nos encontramos oficialmente en una recesión económica, y enfrentamos otra recesión que puede ser aún más devastadora para nuestro bienestar: una recesión social.
Una recesión social es un déficit de conexión humana y de seguridad. Ezra Klein explica la recesión social como “un colapso en el contacto social que es particularmente difícil para las poblaciones más vulnerables al aislamiento y la soledad”. La incertidumbre sobre el futuro, la separación de las redes familiares y comunitarias, y las preocupaciones sobre el dinero pueden tener un efecto profundo en nuestra psiquis colectiva. A menos que se aborde de frente, una recesión social agravará el impacto de una recesión económica al amplificar la ansiedad de este momento precario.
Los gobiernos están interviniendo para estabilizar los sistemas financieros y evitar que nuestra recesión económica se convierta en una depresión. Independientemente de su inclinación política, la mayoría de las personas está de acuerdo en que la intervención en la política monetaria y social es crítica en este momento, y es un papel que solo el gobierno puede jugar ante crisis sistémicas.
Si la política y la legislación son las herramientas del gobierno para “aplanar la curva” y estabilizar la sociedad, la generosidad y la humanidad son las palancas que cada uno de nosotros puede utilizar para fortalecer a nuestras comunidades y evitar la recesión social que se avecina.
En un blog reciente, la Directora Ejecutiva de GivingTuesday, Asha Curran, nos recuerda que “la generosidad es una fuerza poderosa que contrarresta el aislamiento y la soledad que ya prevalecen en nuestra sociedad y que ahora están destinadas a empeorar. Nuestra capacidad de ayudar y dar esperanza nos da agencia, disipando los sentimientos de impotencia”.
Cada uno de nosotros tiene la capacidad sustancial de desplegar la generosidad —individual y colectivamente— para detener la propagación del aislamiento social y evitar una recesión social. Es un ganar-ganar, bueno para ti y bueno para tu comunidad. La generosidad y la conexión son dos de los sellos distintivos de las sociedades con mayor felicidad y longevidad, según Dan Buettner, autor de Blue Zones (Zonas Azules). Al discutir una de las Blue Zones (Zonas Azules) del mundo, Costa Rica, uno de los lugares más felices de la tierra, Buettner dice: “Este es un lugar donde la religión, la familia y la interacción social son los valores principales, a diferencia de tratar de salir adelante, o la seguridad o el estado financiero”.
Los costarricenses así cómo los demás residentes de estos “lugares felices” tienen una mentalidad de abundancia, una base poderosa para la estabilidad en tiempos volátiles. Con una mentalidad de abundancia, las personas que ven a amigos y vecinos en situación de necesidad, reconocen la plenitud de su riqueza y todos los activos que tienen para apoyar a los demás: su dinero, amabilidad, compasión y acción. Frente a una economía en crisis, puede parecer paradójico pensar en términos de nuestra riqueza personal, pero la única moneda que todos tenemos en gran reserva es la generosidad. Podemos desplegarla como capital de inversión, con intención estratégica y determinación.
Replantear el distanciamiento social como distanciamiento físico
Los mejores planes de inversión tienen una filosofía subyacente que guía las decisiones. El distanciamiento social no es el marco adecuado para este momento; de hecho, podemos estar tan conectados como elijamos estar, incluso sin proximidad física. No hay ninguna razón por la que nuestra separación física signifique que no podamos proporcionar los apoyos financieros, emocionales y sociales que nutren a nuestras familias y comunidades. Todos tenemos regalos para dar, y con las redes sociales, donaciones en línea, entregas a domicilio, correos y teléfonos, hay formas ilimitadas de usar tu generosidad para apoyar a los demás. Abraza tu poder para ser una luz para los demás y actúa.
¿Cómo puedes comenzar? Intención. Inventario. Instigar. Impacto.
- Intención: Determina la comunidad o las personas que deseas apoyar.
- Inventario: Clasifica tus activos. Tu creatividad, capacidad para resolver problemas, redes, energía, dinero y positividad pueden marcar una diferencia enorme en la vida de los demás.
- Instigar: Invita a los demás a participar, desde tus redes existentes (espirituales, profesionales, del vecindario) o construye una red de personas con ideas afines para estimular a otros a unirse.
- Impacto: Mueve tus ideas y redes a la acción.
Ejemplos para inspirarte
- Un desarrollador paraguayo creó un sitio web para conectar a las personas que quieren ayudar con las personas que necesitan.
- Ganaderos donan carne a familias necesitadas del distrito de Fuerte Olimpo
- Amigos, vecinos y compañeros de trabajo están coordinando horas felices (happy hour) o rondas de tereré para mantener la conexión y la amistad.
- Muchos restaurantes han lanzado fondos para apoyar a los empleados que no pueden trabajar, ya que la industria está cerrada en distintos países. Este ejemplo de Tail Up Goat en Washington, DC es uno de los muchos ejemplos de empresas que recurren a sus comunidades para ayudar.
- En Italia, el país más afectado del mundo, el famoso tenor Maurizio Marchini quería hacer algo para difundir la alegría en medio de toda la tristeza en Florencia. Entonces subió a su balcón y le dio una serenata a toda la ciudad.
- En Portugal, una mujer local comenzó una campaña para inspirar a las personas a ofrecer sus casas de AirBnb a médicos o enfermeras para que no necesiten ir a casa y poner en riesgo a sus familias.
Espero que este artículo ha sido de ayuda para vos y tu organización. Si fue el caso, compártalo con un colega y seguí a PRO ONG en las redes sociales.